Me gustaría compartir una reflexión que creo que hacemos nuestra toda la gente del mundillo scout, aplicable a todo el mundo de la educación.
El siguiente texto pertenece al prólogo del libro "Escultismo para muchachos", de Robert Baden-Powell. El prólogo está escrito por el traductor del libro, José María de la Torre Maroto.
PROLOGO:
Para mí, “Escultismo para
muchachos” es, y siempre fue, un libro de pistas hacia la felicidad. Un libro
para leer una vez y al que volver para usar de brújula cada no mucho tiempo.
Las dos enseñanzas fundamentales
que me aportó y que cada vez que lo releo me recuerda son:
-La felicidad culmina en el servicio
a los demás. Para eso hay que prepararse uno a sí mismo, encontrarse,
entenderse y formarse para, una vez completo, ser capaz de entregarse sin
medidas ni miedos, sintiendo la necesidad imperiosa de darse y de servir más y
mejor a cada momento.
-Hay que estar siempre listos. Para
cualquier cosa. Por eso, el verdadero scout ha de ir por la vida sintiendo
sobre sí el peso de la obligación de pensar siempre en todo lo que puede pasar,
en buscar, como quien busca oro, la manera en la que uno mejor podrá servir, tanto
en el momento inmediato como en su proyecto de vida. Esto, puede parecer y,
para mí al menos, es una gran carga. Todos sabemos lo difícil y cansado que es
pensar. Imaginemos ahora el pensar activamente en lo que uno ha de hacer a cada
momento, no sintiéndose satisfecho con los logros conseguidos, sino feliz en la
búsqueda de su futuro hacia los demás. Sin embargo, lo que cuesta es sólo
empezar. Si uno es capaz de empezar y de continuar día a día, pronto lo habrá
convertido en un hábito (hay quien dice, y yo así lo he comprobado, que para
convertir cualquier cosa en hábito, basta con hacerla durante 22 días
seguidos). Por otra parte, el ir siempre con los ojos y los oídos bien abiertos
nos permitirá, para las mismas experiencias, estar en clara ventaja sobre
cualquier otra persona que, para la misma vivencia, habrá vivido mucho menos
que nosotros. Es fantástico contar con un gran movimiento a nivel mundial
formado por infinidad de grupos scouts locales en los que uno puede encontrar ayuda
para hacer esto. Por eso, por favor, no nos olvidemos nunca de lo que es el
escultismo y estemos, desde el último lobato hasta el jefe de cada grupo,
siempre con la idea en mente de lo que somos, trabajando día a día y minuto a
minuto por ello.
Además de estas dos enseñanzas
vitales, el escultismo me ha regalado una tercera mucho más práctica: la
educación por la acción. Yo, como scout, he tenido la suerte de ser el
responsable último, con 13 años, de que un grupo de otros 7 chicos de entre 11
y 13 consiguieran trabajo a cambio de alojamiento y comida durante dos días,
sin tener a mi lado a ningún mayor de edad que me “rescatara” en caso de
fracaso. Junto a mis compañeros hemos tenido que atravesar los montes en las
peores condiciones que cabía esperar. Siendo lobato tuve la oportunidad de cocinar
por mí mismo sin ayuda o de tener que conformarme con la tienda de campaña que
mi seisena fuera capaz de montar (algunas veces eso significaba dormir sin tienda).
Con 19 años, como Jefe de Grupo, tuve la gran suerte de poder dirigir a una
organización que, con el equipo de los mejores scouters que uno pueda imaginar
sobre la faz de la Tierra, humanos como los que más y scouts de corazón,
hicimos pasar de 20 a 60 miembros, convirtiéndola en asociación legal y triplicando
su presupuesto. Cuando acabé mi carrera de ingeniería, obviamente tenía una
gran ventaja frente a cualquiera de mis posibles competidores para ocupar
cualquier puesto de responsabilidad laboral.
Así, pues, para mí la enseñanza es:
dejar a los chicos que hagan cosas. Cuando a un chaval de 7 años se le otorgan
responsabilidades y se le deja ser el responsable último de sus actos, los
resultados que se obtienen de él, son francamente increíbles. Cuando un chico
no tiene más remedio que triunfar (porque si no lo hace se quedará tirado en el
monte, por ejemplo), tenedlo por seguro: triunfará. Me da mucha pena el
comprobar cómo en los últimos años en algunos países los dirigentes del
escultismo se han contagiado de métodos de educación pusilánimes que ponen
cortapisas a lo que se supone que un chaval puede ser capaz de dar atendiendo
solamente a su edad. Por favor, no tengamos vergüenza de ser lo que somos y no
privemos a nuestros educandos de la oportunidad de valerse por sí mismos: puede
que parezca duro al principio, pero la única forma de aprender esto es no tener
más remedio que hacerlo y no conozco a nadie que haya sufrido grandes traumas
por esto. Eso sí, para ello los scouters han ser primero grandes scouts,
inspirar a los chavales con su ejemplo esforzado y tener un gran espíritu de
servicio y cariño hacia sus scouts, estando siempre dispuestos a darlo todo por
ellos.
Después de varios años en los que
este libro ha resultado sumamente difícil de conseguir impreso en español,
espero ser capaz de aportar algo a su difusión que creo que es, hoy, si cabe
más necesaria que nunca (aunque eso, quizás, se haya pensado en todos los “hoy”
desde que este libro fue escrito).
De todo corazón, scouts del
mundo: Buena Caza.
José María de la Torre Maroto,
“Lince Alzado”, del Grupo Scout Alcores 404 de Madrid.
BIBLIOGRAFÍA:
- Libro original: Baden-Powell, R. (1908). "Scouting for boys: a handbook for instruction in good citizienship". Reino Unido.
- Traducción: de la Torre Maroto, J.M. (2010). "Escultismo para muchachos: Manual para la educación de buenos ciudadanos". Barcelona: Editorial CEAC, Grupo Planeta.